
Como periodista, a veces pienso que los sucesos o noticias de los cuales escribo nunca me van a ocurrir a mí. Una manera de pensar errónea, of course. Quien iba a creer que un lugar que frecuenté mucho en mi niñez iba a ser protagonista de un titular periodístico.
A pocas cuadras de mi casa queda una cancha deportiva, conocida aquí en Santa Anita como “la canchita”. Jugué fulbito muchas veces en ese lugar o iba a ver a mi padre y mi hermano tapar en el arco.
Ya de grande, frecuentábamos un lugar aledaño a la cancha, la Plaza de Armas del distrito, para tomar un par de cervecitas. Ahora ya no se podrá hacer esto por un largo tiempo y el jugar un partidito, bueno con un poco de miedo de terminar abaleado.
Resulta pues, que gracias a la “eficiencia de nuestro bien amado y ponderado” Poder Judicial, los vecinos de la urbanización Santa Anita duermen con el enemigo. El capo del Cártel de Tijuana, Miguel Ángel Morales, , liberado recientemente debido a que pasó más de 36 meses en cárcel sin recibir sentencia, no tuvo mejor idea que ir a pasar su arresto domiciliario a una casa ¡al lado de la canchita!
“La justicia tarda, pero llega”, reza el dicho popular, sin embargo en el Perú se tarda demasiado. Por culpa de la rapidez con que ha procesado la Primera Sala Penal para Reos en Cárcel a Morales, conocido en el mundo lumpen como ‘Malamud’, y a sus más de 25 coacusados en el caso del Cártel de Tijuana, en Santa Anita ya no se puede pasear en paz.
Vigilar a este narcotraficante costará al Estado cerca de un millón de soles mensuales y pese a colocar un fuerte contingente policial, aun se correría el riesgo de que los compinches de Miguel Ángel Morales intenten rescatarlo, misma película de acción.
¡Gracias Poder Judicial!
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