
Este blogger nació un 13 de junio de 1977, un hecho nada significativo para el mundo (excepto para mis padres). Dieciocho días antes, una película de bajo presupuesto -pero con un director visionario detrás- vería por primera vez la luz en una sala de cine, revolucionaría el sétimo arte y se convertiría en un ícono de la cultura moderna.
Hablo de Star Wars, la primera película y cuarta parte de una hexalogía a la cual, años más tarde, se le agregaría la frase A new hope (“Una nueva esperanza”) al título, para darle más coherencia en el conjunto de cintas. La saga de La Guerra de las Galaxias, como se tradujo al español, narra los inicios, el auge, la caída y la redención de Anakyn Skywalker, más conocido como Darth Vader, uno de los villanos contemporáneos más recordados.
Para la gente de mi edad y un poco mayor, la parte más importante de la historia de los Skywalker comienza con Una nueva esperanza, sigue con El imperio contraataca y culmina con El retorno del Jedi, mientras que el rol protagónico recae en Luke Skywalker, uno de los hijos gemelos de Anakyn.
Sin embargo, no puedo desdeñar las tres primeras partes (La amenaza fantasma, El ataque de los clones y La venganza de los Sith) las cuales completan esta fantasía épica ambientada en “una galaxia muy, muy lejana”.
La primera película que ví del universo Star Wars fue El retorno del Jedi. Según me cuenta mi hermano, no pudimos ver El imperio... en 1980 ya que el boletero del cine Metro le recomendó a mi madre no entrar a verla con él –con 6 años a cuestas- y un niño de 3 en brazos, porque nos podíamos “asustar” por los efectos especiales.
Mi progenitora encendió en nosotros esa pasión por Star Wars a través de los juguetes. Recuerdo mi X-Wing y mis muñequitos de acción de Kenner. Así que sentarme en la sala del cine, a ver El retorno del Jedi, junto con mi album de figuritas de Pepsi, fue delirante.
Y pensar que fueron estos productos derivados de la película lo que más ingresos le generaron a George Lucas, el director del filme y creador de la saga. Gracias al merchandising, Lucas obtuvo independencia creativa, pudo fundar una compañía y completar Star Wars.
Mi hermano mayor y yo esperamos años por ver los demás títulos de la saga. Veíamos cuanto material podíamos (memorable el especial por Navidad ¡en canal 5!) y leíamos los comics de Novaro, jugábamos cuanto videojuego de Star Wars llegaba a nuestra manos, etcétera, etcétera.
Ya con Internet, pudimos conocer más de la historia de los Skywalker, de los Jedi y de los Sith, los más acérrimos enemigos de estos. Cuando Lucas anunció la filmación de las prequelas, no pudimos más que saltar de alegría.
Es increíble, pero este mito moderno cumplió el 25 de mayo pasado tres décadas de vida. Y aún sigue vivo. Bajo la batuta de Lucas, el universo de Star Wars continúa en expansión, sobre todo gracias a los comics, los videojuegos, las novelas y en especial a los fanáticos. Basta ver las cosas que se vienen: una versión en animación por computadora de la microserie Guerras clones; The Force Unleashed y Lego Star Wars: The Complete Saga, ambos videojuegos.
Además, ya está en la mente de las nuevas generaciones. Cuando veo a mi sobrino Aldair, de 6 años, jugar con su espada láser a ser un caballero jedi, confirmo esta premisa. Por lo visto, la fuerza nos seguirá acompañando varios años más.
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